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jueves, 27 de octubre de 2022

LOBOS DE HUMANOS

 


Tiempo, espacio, yo, otros, elementos materiales, percepciones y sensaciones, emociones y sensibilidades, situaciones individuales y compartidas. La historia humana … esa tan escondida y publicada como la propia vida en relación de cada uno de los seres parlantes que habitamos este planeta y que desarrollamos, en el lenguaje, toda percepción y conocimiento, conciencia y palabra de cuanto existe, en tanto experiencia, y de todo aquello que esta allí a la espera de algún nombre o alguna mirada que le adjudique existencia.

Quienes entienden y viven las diferencias y disquisiciones que se imponen en la conciencia bajo el entendimiento de que toda individualidad es imposible sin la presencia real o imaginaria de los otros, entenderán sin ningún tipo de necesidad de aclaración o de dificultad el texto que comparto a continuación. Quienes adhieren a las actuales ilusiones egocéntricas, respecto al “yo mismo” “propio esfuerzo” “ganancia personal” “propiedad privada” obviamente no comprenderán de forma clara y mucha de la interpretación que podrán asignarle al texto (Equivocada seguramente), contendrá todo tipo de sesgo y desacuerdo en la carencia y dificultad que la falta de ese distingo impondrá a la lectura.

La aclaración precedente me libera de muchos de esos lectores que, en este punto y habiendo leído hasta aquí, desestimarán darle tiempo a la lectura de lo que sigue. Los que siguen, comprenderán sin necesidad de aclaración alguna, el porque del uso del plural. Plural que obviamente incluye el “yo”, pero de modo no tan obvio, excluye al “ego” en tanto conciencia, conocimiento y comunicación de nosotros.

 

Dos de las cuestiones mas difíciles de interpretar y asumir por los humanos en el planeta es la necesidad del pensamiento crítico respecto de “si mismos” y de los “otros”, lo que inevitablemente producirá el descubrimiento y la dificultad de los propios errores y del necesario aprendizaje que conduce, no sin dolor y molestia, a los cambios de conducta que operan en la configuración de la realidad en tanto percepción y de la realidad en cuanto a la experiencia misma con otros, pensada y vivida, construyendo subjetividad y conciencia objetiva de lo que se siente, piensa, dice, vive…

Asi planteada la cuestión … es tan difícil asumir un “yo” no solidario, ego”, que produce y actúa como "si mismo", del mismo modo que resulta difícil aceptar que la realidad no se expresa en esos términos de solidaridad y justicia y que, por tanto, lo “propio” aparece desdibujado, mediocre, falto de “espíritu competitivo”, menos lobo (¡Pero no Cordero!), aunque cueste y duela.

No se trata del amor “bobo” que plantean los que saben que sin “individualidad” el poder agrupado de los menos se cae a pedazos. Tampoco se trata de la “falsa humildad” con la que nos quieren convencer de que no hay “verdades” que defender y que todo es “según el cristal con que se mira”. Se trata de construir un plural donde el “yo” no se convierta en “amo”, sino en alguien con identidad que aporta a una identidad mayor. Común, solidaria y justa … nuestra.

Tiempo, espacio, yo, otros, elementos materiales, percepciones y sensaciones, emociones y sensibilidades, situaciones individuales y compartidas. La historia humana ya no significa lo mismo. Se trata entonces de una realidad que está sumergida, escondida, dentro de la realidad que nos ofrecen los relatos liberales, neoliberales, posverdaderos, ilusorios del capitalismo financiero y esta etapa decadente de la civilización “occidental y cristiana” que se ha alejado de toda idea genuina y común de libertad y justicia en tanto llaman “libertad” al “derecho” a asumirse “Voz de amo” y despojar “a los esclavos” de su derecho a construir nosotros solidario, común … historia como pueblo, que entiende por “justicia” el derecho individual, despojada de la humana situación de relación … dónde el yo=ego se impone a cualquier otro, aún y cuando se trate de imponer algún “Derecho humano” (Cuándo deja de ser “Derechos humanos” y se transforma en el derecho del amo a ejercer su poder en toda relación dónde la diferencia no se discute y el reparto desigual es ley).

Este tiempo de pos pandemia nos encuentra mas confundidos que antes, pero sin ninguna intención de transformar nada de todo aquello que nos hace “Diferentes” “mejores” “sanos” “meritocráticos” … a expensas de tanta injusta relación sostenida por la historia y defendida sin conocimiento por quienes “heredan” beneficios y no quieren verse molestados en el ejercicio de sus privilegios

 

Pese a que la realidad … esa tan difícil de aceptar en tanto elegimos mirar para abajo (Viendo que los de abajo cada vez se parecen mas a nosotros, pero perdiendo siquiera la idea de como los de arriba viven y nos ven y se sostienen arriba en tanto seguimos mirando para abajo …). Todo poder se derrumba cuándo nos miramos a los ojos en un plano de igualdad … solo allí, las diferencias reales emergen separadas claramente de las diferencias inventadas por el poder y el sometimiento … la voz de amo y la percepción del esclavo de creerse menos que aquel que le impide, limita y empobrece.

Seguimos alimentando al lobo depredador del ambiente y de sus hermanos … Seguimos corriendo una carrera imaginaria que nos alimenta la ilusión que en el ego, evita enfrentarnos a la humana condición de que es muy poco lo que puedo solo, sino comparto o tomo de diversas formas menos justas, algo de otros …

Nadie se salva solo … que cada quién haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


viernes, 27 de mayo de 2022

Sociedades que enferman, mentes enfermas.

 

Salud Mental

 

Los aspectos sociales negados

 en los modelos vigentes.


Desde el punto de vista de los desarrollos territoriales y del conocimiento situado desde el cual exponemos los aportes de las actuales tendencias en cuánto a los aportes Técnico-científico y tecnológico, abordamos las diferentes interpretaciones que, a los conocimientos científicos y médicos, las actuales neurociencias han contribuido ha problematizar en áreas que refieren a la salud mental de las poblaciones y de sus tratamientos y modelos de pensar los padecimientos e intentos de terapia.

La producción de conocimientos suele, en el transcurrir del tiempo, invertir el sentido de su origen, transformando en conocimiento, el resultado de una práctica que muchas veces lo obstruye en tanto pierde su carácter de movimiento y el sentido praxiológico que debe imbuirle. Esto es, entenderlo en cada clínica como hipótesis y no como saber instalado.

Uno de los problemas parte de la particular posición que asume el “especialista” en el momento de la clínica al enfrentarse a la persona que asiste a su consulta. En su formación, el especialista ha sido imbuido de una serie de prácticas y modelos teóricos que le permite “categorizar” el padecimiento de la persona que viene a su consulta, en relación a su propia y particular percepción de lo que esta sucediendo y a la propia y particular percepción de quien asiste al “profesional” en busca de ayuda.

La complejidad del asunto no significa complicación o dificultad en tanto se tenga perfectamente claro los elementos que entran en juego:

1.- La persona en tanto tal

2.- La persona en tanto padeciente

3.- Las categorías o modelos teórícos

4.- Los signos y los síntomas detectados en la clínica

5.- Los signos y síntomas que deben ser indagados con mas profundidad

6.- El diagnostico

7.- La terapia o terapéutica

8.- Los roles de los actores

9.- El marco institucional y legal en el que se inscribe la clínica.

En estos elementos distinguibles en las relaciones que se establecen en la clínica (consulta) aparecen elementos facilitadores y distorcivos, respecto a la posibilidad de acceder a algún conocimiento que permita identificar lo mejor que sea posible, el padecimiento al que la persona se esta enfrentando, y las herramientas terapéuticas con las que el profesional cuenta y dispone.

“El hecho clínico ocurre en un determinado contexto sociocultural, dentro del marco institucional pertinente (cónsultorio, servicio hospitalario, etc.). Es imposible atender debidamente a un paciente, de manera válida y confiable, sin tener como sostén un marco referencial constituido por: Una base psicopatológica amplia Conocimiento de los fundamentos científicos de la terapéutica y de las reglas de aplicación de sus componentes Adecuado manejo de los aspectos institucionales Comprensión de los elementos sociales y culturales indispensables Hete aquí, pues que la clínica, esa vida de lo particular en el vínculo único e irrepetible del encuentro médico-paciente, en algún espacio, inscripto dentro de la parábola histórica del acontecer temporal; la clínica digo, no es sin el conocimiento general de la psicopatología y la terapéutica. La inclusión de lo singular en lo general y la vuelta para cumplir su misión es parte de una espiral interminable.”1

El asunto aquí es que hay que lidiar con una expectativa preconcebida, que coloca al profesional en el sujeto de saber. Es decir que es el que tiene que saber que le pasa a la persona y porque padece lo que padece y como lo padece. Pero al mismo tiempo, el profesional se asume así mismo como ese “sujeto de supuesto saber”, de otro modo no sería posible ninguna ayuda real y consciente (mucho menos responsable de lo que en esa relación Profesional /padeciente, suceda).

Las prácticas repetidas en el tiempo e instaladas como “métodos” o “mejores prácticas” casi siempre resultan en la inversión del orden de los procesos que les han dado origen (No del orden “natural” o de cualquier categorización que lo fije a una posición absoluta o de “verdad” incuestionable, sino del orden en que se ha dado el proceso que definió esa metadología o ese orden). El resultado deviene en verdad, desde antes de la hipótesis que lo gesto ¿Y si las condiciones originales hubieren cambiado? Signados por el resultado, aún y cuándo se perciba la pérdida de utilidad o efectividad de algún tratamiento, se produce allí una dificultad agregada respecto a que las formas de pensar impiden la detección de las señales, signos y síntomas del padecimiento, al someterse a la persona a los resultados “ya sabidos”.

Esto en cuestiones de salud mental es mucho mas ostensible y frena mucho desarrollo positivo respecto a la comprensión multicausal que produce los efectos (Signos y síntomas) que se involucran en alguna de las categorías diagnósticas de los padecimientos mentales.

“Tradicionalmente imperó en la psiquiatría el criterio de jerarquía diagnóstica. Con el DSM paulatinamente se fueron introduciendo criterios de coexistencia sindromológica (comorbilidad diagnóstica), un poco en aras de un mayor realismo, tendiente a captar condiciones clínicas multifacéticas y heterogéneas. Sin embargo, la profusa conjunción de comorbilidades, justifica, en ocasiones, las críticas de quienes señalan la inconsistencia de determinados diagnósticos y ven en esta circunstancia una muestra de la falta de rigor de las categorías creadas por las actuales construcciones. Una agenda racional de investigaciones alimenta la expectativa en el sentido que, al fin de la presente década, tanto el DSM V, como la CIE 11, nos permitan contar con criterios más validos y confiables que los actuales. Esa es la dirección lógica del progreso en la materia. También que ambos instrumentos alcancen una sólida compatibilización. Debemos luchar firmemente, para que los logros en la estandarización de procedimientos no se utilicen inapropiadamente. Esto es, dejando de lado, por múltiples y variadas razones la humanización del quehacer en salud. Esa propiedad ineludible del abordaje clínico. Tener presente que la salud está en el centro del desarrollo del hombre y que sin un conocimiento profundo acerca de lo humano, sin una actitud coherente con ello, las ciencias de la salud irán tras de la sobrevida, olvidando la naturaleza del vivir, la calidad de la vida, el bienestar personal, familiar y colectivo. Esperemos que las próximas décadas vengan sustentadas sobre un trípode donde se afirme la salud: avance tecnológico, rehumanización de las prácticas, participación y equidad de acceso para todos los miembros de la sociedad.”2

La cuestión aquí reside en ese orden perdido de los procesos que dan origen a los conocimientos.

En una categoría diagnóstica se supone la descripción y sistematización de las experiencias clínicas en casos que revisten similitudes y que la experiencia terapéutica ha resultado en buenas experiencias frente a esos casos parecidos. La capacidad de distinguir mas, por medio de la mejora de herramientas para diagnóstico, en estos tiempos con el especial aporte de los estudios por imágenes facilitados por la teconología digital informática y la articulación de la internet como medio de comunicación que permite mayor conocimiento y experiencia compartida de parte de los profesionales y centros de investigación, producen un aumento de la capacidad diagnóstica, que no siempre es acompañada por criterios que registren la novedad como “herramientas” y no como confirmación de teorías y formas ya instaladas, sino mas bien como aspectos ampliados de situaciones clínicas que invitan a nuevas revisiones de las bases objetivas con las cuales las teorías se instalan como métodos o formas.

Al mismo tiempo, el financierismo globalizador somete todos estos procesos a los intereses de quienes financian las investigaciones o las adopciones de nuevas herramientas para los diagnósticos y modifican las prácticas clínicas sin demasiada revisión crítica respecto a las teorías que allí se aplican.

El creciente recurso de la farmacología, tampoco es revisado a la luz de tanto “efecto colateral” no deseado que se desdeña o registra a regañadientes dado el negocio que financia la mayor parte de las experiencias en investigación.

El otro aspecto clave es la incomprensión de parte de los profesionales de la salud es su resistencia a abordar el aspecto social, ya no como parte de una teoría que intente la adaptación de las personas con padecimientos mentales a la vida social o a mejorar sus relaciones inter-personales, sino como “emergentes” de situaciones sociales cuyas particulares condiciones mentales les impiden o provocan parte de los signos y síntomas por los cuales se ven impedidos de realizar una vida menos sufrida en relación con sus seres queridos y sus entornos afectivos primordialemente y con las exigencias y ritos sociales en general. Primordialmente esto se debe a que su “profesión” recibe desde la formación un enfoque “personalista”. Lo social es como el marco de la situación. No se concibe a la persona en sus vínculos con una sociedad que ademas, define esa relación clínica profesional/padeciente por la cual se acude al profesional para intentar buscar ayuda en casos de padecimientos mentales o trastornos de la conducta en general.


El principio rector del cuidado de la persona y del cuidado de los otros (Que el padeciente no termine haciendo padecer a otros), no debe extinguir el entramado social en el que estas situaciones se dan.

¿Que cambió en las sociedades neoliberales y en los procesos de financiarización de la vida social, con respecto a las apariciones de nuevas conductas consideradas “desviadas” o patológicas? ¿Porque en algunos casos se percibe una exagerada distinción diagnóstica respecto a las conductas cuándo estas no revisten mayores dificultades salvo por aquello de no adecuarse a los “patrones de normalidad” de la sociedad?

Lo que se intenta aquí es llamar la atención sobre aspectos que se sobredimensionan o desestiman respecto a las modificaciones de las conductas personales que, indefectiblemente son resultado de la interacción social por mas de que se trate de una persona particular con su “mental” particular, ya sea que le produzca padecimientos innecesarios o la necesidad de lastimar a otros.

En estos tiempos, los diagnósticos que se inscriben como “Trastornos Límite de la Personalidad” han ido en incremento en los últimos años, junto con ello, desde la psicología clínica se han diversificado, las formas de abordaje y tratamiento. Las investigaciónes al respecto tienen como objetivos analizar y aborda los padecimientos de este tipo según distintas visiones. Desde su respectiva formación y línea de abordaje desde las escuelas Cognitivo-Conductual, Gestalt, Psicoanálisis y Posracionalismo. por mencionar algunas. ¿Cómo entienden el Trastorno Límite de la Personalidad los psicólogos de estas escuelas? Y ¿Cómo abordan el Trastorno Límite de la Personalidad los psicólogos mencionados? Diferentes estudios dan cuenta que entre los principales resultados encontramos desde las cuatro escuelas diferencias teórico-practicas a la hora de entender y abordar el trastorno de personalidad límite, sin embargo, coinciden en desviarse de la visión entregada por el DSM-V, concibiéndolo como un manual psiquiátrico que inscribe y restringe al individuo, las orientaciones suscitan la comprensión del individuo orientado en primera instancia a verlo en su totalidad y subjetividad, dentro de la cual exhiben un funcionamiento particular. Además, el avance del proceso en psicoterapia se consigue estableciendo un vínculo terapeuta-paciente capaz de sostener la conducta desbordante característica de estos, asimismo, predomina el uso de técnicas, sin embargo, a pesar de coincidir en esto, cada escuela posee diversas técnicas características de sus enfoques. 


Lo que queda en evidencia es que tanto la sobredimensión de las categorías diagnósticas, como la falta de encuadre en un marco de deficiencia social explicita respecto de como “emergen” dificultades de las conductas y de la constitución de la personalidad de los sujetos por causas no orgánicas o que no responden a patrones físicos/biológicos, geneticos congénitos o de índole orgánica sino a cierta manera particular de responder a las diferencias que la sociedad va produciendo en sus propias diferenciaciones con tiempo anteriores y con formas de pensar al relaidad común que, lejos de favorecer situaciones de contención, cuidado y no estigmatización de las diferencias, diluye criterios de “normalidad” al mismo tiempo que “cierra” criterios de inclusión/exclusión según patrones cada vez mas concentrados de una realidad que cada vez tiene menos interpretes y mas son los “interpretados”.

Otro ejemplo, que además produce le inconcebible realidad de medicar a niños a edades muy tempranas sin percibir que la misma sociedad actúa como elemento distorcivo de las conductas que luego reprime e intenta “normalizar” por medio de medicación. Me refiero como ejemplo, a la categoría del llamado “Sindrome de hiperactividad”(TDAH)


En sociedades informatizadas, dónde desde temprana edad se estimula a los niños especialmente desde la sensibilidad auidovisual, y se lo somete al uso de pantallas y programas que permiten multifunción (realizar varias tareas la mismo tiempo), se les pretende “aquietar” en un orden “escolar” instalado hace mas de dos siglos, dónde deben permanecer quietos y callados, o disminuir sus ansiedades y centrar atención en una sola cuestión, de manera contradictoria a como vienen siendo estimulados social y familiarmente, en ámbitos, además, dónde los roles se diluyen y las formas familiares y sociales conocidas se desintegran dando lugar a otro tipo de relaciones interpersonales para las cuales nadie esta preparado, en tanto van surgiendo a medida que la sociedad va degradando sus relaciones sociales e interpersonales en aras de un individualismo que impide adaptaciones positivas y conformación de personalidades que puedan adaptarse de buena manera a tanta exigencia individual cuándo siquiera su “individualidad” ha sido medianamente desarrollada.

Del mismo modo, la “individualidad” exacerbada en las sociedades neoliberales actuales, impide que se desarrollen individualidades que perciban su “parcial constitución” en las relaciones que efectivamente constituyen su proceso de individuación, y que por tanto, mucho desequilibrio allí no proviene del individuo sino de una sociedad que exige respuestas y conductas que aún no están en la conciencia común y por ende no pueden ser observadas, repetidas, ponderadas y/o elegidas como parte de las herramientas para separar su “yo” de “otros” y evitar que el “ego” propio o de otros deformen la propia percepción. Esto no aparece en casi ningún abordaje teórico en cuestiones de salud mental y hay que por lo menos comenzar a pensarlo.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


1Consideraciones Introductorias en Clínica, Psicopatología, Nomenclatura y Clasificación. Juan Carlos Ferrali -Subdirector de la Carrera de Especialistas en Psiquiatría. Profesor Titular de Clínica Psiquiátrica. Unidad Docente APSA. Facultad de Medicina UBA. Hojas Clínicas de Salud Mental -

2Op cit. “Conclusiones”

domingo, 15 de mayo de 2022

Humanidades Digitales: Mitos del futuro


Los mitos del futuro

La realidad de las Humanidades Digitales en España y América Latina

La belleza salvará al mundo” afirma Dostoievski en la voz del Príncipe Mychkin, protagonista de su genial novela El idiota. El escritor ruso bien sabía que la indecible belleza del arte y la de las humanidades merece ser celebrada, aunque a veces los preparativos de esa fiesta sean arduos y vayan de la mano de un trabajo intelectual intenso y desgastante.

Por un lado, artes y humanidades han estado históricamente reñidas con el mundo de las ciencias. Su subjetividad las alejó (en apariencia) de las posibilidades del pensamiento científico, más allá de la voluntad academizante del siglo XIX que el XX erigió en las disciplinas universitarias que hoy conocemos. Las Humanidades Digitales, en sus posibilidades de aproximación algorítmica a los objetos de estudio, hacen más fácil la batalla. Por otro lado, a pesar de que están hoy en la agenda de trabajo de una gran parte de las universidades y centros de investigación del mundo (principalmente, norteamericanos y europeos), las Humanidades Digitales pasaron allí desapercibidas para el canon un largo tiempo. Tal vez su la impronta práctica, experimental, que fue la primera que afloró y que se alejaba tanto de la naturaleza especulativa de las artes y las humanidades, no terminó de ser comprendida hasta la completa victoria de la revolución de internet. Así, la cruzada por las Humanidades Digitales no empezó desde el centro de la Academia, se fue colando gradualmente desde los márgenes de diversas disciplinas, entre sus actividades áulicas y de investigación, hasta llegar hoy a ser un mosaico de iniciativas que, de un modo más o menos fundado, interesan a una gran parte de sus miembros.

Un buen caso de estudio de este movimiento de la periferia al centro, que además da cuenta del pasaje de la Humanist Computing a las Digital Humanities sobre el que volveré, es el de su emergencia en la Universidad de Virginia en los Estados Unidos de Norteamérica hace más de veinte años. A mediados de los 90 la Humanist Computing era una tarea que, sin declararse abiertamente en los programas de estudios, muchos profesores e investigadores del área de Humanities and Arts de la Universidad de Virginia ponían en práctica en sus clases y proyectos. Hacia el año 1998 se discutió en el Senate de esa universidad la importancia de la tecnología informática para las Humanidades y si la Humanist Computing podía ser considerada una disciplina universitaria. Todo terminó en la conformación de un seminario permanente en Humanidades Digitales en 2001 y, finalmente, de un Master en Humanidades Digitales dirigido por quien así las bautizó, John Unsworth. De algún modo, y para quienes hablamos español y hemos heredado esta larga tradición –principalmente anglo-americana– de estudios teóricos y prácticos que hacen uso de todas las posibilidades de la tecnología de lo digital para aplicarla a las Humanidades (en su sentido más amplio) y buscan una reflexión crítica que sostenga cabalmente su investigación, es absolutamente relevante que desde ArtyHum, revista científica, independiente y dedicada a las artes y las humanidades, estemos abriendo el campo hispánico con un número dedicado a ellas. De algún modo, como los profesores de la Universidad de Virginia (y de tantas otras), allá por los 90 (y, como veremos, mucho antes también), cuando experimentaban con sus alumnos y fundaban las prácticas que hoy muchos seguimos, estamos colaborando desde aquí con la (re)fundación de las Humanidades Digitales (ahora en español) desde una zona menos academizada pero, no por ello, menos académica y rigurosa. ¿Qué son las Humanidades Digitales? ¿Qué han sido y que podrán ser en un futuro? ¿Pueden ser lo mismo las Humanidades Digitales para los países desarrollados que para los emergentes? ¿Pensamos en términos idénticos alrededor del mundo cuando pensamos en las humanidades? Voy a intentar responder brevemente estas preguntas en las páginas que siguen.

1 Fundación mítica de las humanidades digitales

La primera vez que se pensó en que una máquina podía colaborar con la compresión y funcionamiento de un objeto del mundo de las humanidades se remonta al ya mencionado siglo XIX, esa centuria de grandes datos y voluntad de sistematización. Fue Ada Lovelace, hija de Lord Byron, quien lo comprendió rápidamente. Augusta Ada King, Condesa de Lovelace (1815-1852), matemática, analista metafísica (en sus propias palabras), y escritora, e hija de Lord Byron, es considerada hoy la primera persona que escribió un programa para una máquina, por ello cuenta con un día de celebración (13 de octubre) en el calendario de los programadores. Las notas que escribió para su traducción al inglés de las Notions sur la machine analytique de Charles Babbage, un informe realizado por Luigi Federico Menabrea (1842) sobre las disertaciones del matemático e inventor Charles Babbage, constituyen una perfecta teorización sobre cómo la tecnología computacional puede superar la instancia del pensamiento numérico y, a través de una máquina, aplicarse sobre múltiples objetos. Ada superaría las conclusiones del también matemático Menabrea al comprender que el razonamiento abstracto podía superar al pensamiento matemático y aplicarse al mundo de las Humanidades. En sus notas queda claro que este analytical engine no solo podía predecir respuestas, sino que era capaz de extender su funcionamiento, por ejemplo, a una máquina que, a través de sus algoritmos, trabajase en la composición automática de música: Supposing, for instance, that the fundamental relations of pitched sounds in the science of harmony and of musical composition were susceptible of such expression and adaptations, the engine might compose elaborate and scientific pieces of music of any degree of complexity or extent (Menabrea, 1842, Nota A) (el énfasis es mío). [Suponiendo, por ejemplo, que las relaciones fundamentales de los sonidos de cada tono en la ciencia de la armonía y de la composición musical fuesen susceptibles de dicha expresión y adaptaciones, el motor (analítico) podría componer piezas musicales elaboradas y científicas de cualquier grado de complejidad o extensión] (traducción de la autora).

Desconociéndolo, un siglo después, hacia 1949, un joven jesuita recientemente doctorado, el Padre Roberto Busa, suguió intuitivamente este legado. Con el fin de sistematizar la cuantiosa y heterogénea información que había trabajado en su tesis doctoral sobre los textos de Santo Tomás de Aquino, comenzó a pensar en un lematizador –que hoy puede verse en Index Thomisticus– con informáticos de IBM, quienes asimismo colaboraban, para ese momento, con una máquina que perseguía la traducción automática, la Machine Translation. Cabe destacar que el proyecto del que hoy es considerado el padre de las Humanidades Digitales, sigue activo (tal y como es esperable para un proyecto en Humanidades Digitales), fue elaborado en una primera fase en tarjetas perforadas (ya conocidas por Babbage), luego indexado en CD-Rom y, con posterioridad, digitalmente.


Podríamos clausurar esta época de mitos para las Humanidades Digitales, que unen música, lingüística y lengua, acercándolas a la educación y a la lectura, y trayéndolas además a España. El año pasado la Fundación Telefónica rescató del olvido con una maravillosa exposición a una maestra de escuela ferrolense y genial inventora, Ángela Ruiz Robles. Doña Angelita fue una gran precursora del libro digital y la lectura interactiva. Esta maestra gallega entendía asimismo que sus alumnos cargaban con demasiados libros y que pasaban demasiadas horas en clase pegados a estos. Movida por fines pedagógicos únicos y hasta casi inauditos para el momento (1960, momento en el que, como veremos en el próximo apartado, estaba surgiendo la Humanist Computing), construyó lo que dio en llamar enciclopedia mecánica. En un formato laptop vertical este libro de metal y cartón –que fue uno de sus tantos libros mecánicos– permitía que los niños en edad escolar interactuaran con él más allá de la simple lectura o el ejercicio escolar, activando, mediante pulsadores o botones, distintos textos.

Estos tres hitos que traigo casi antojadizamente (podría elegir muchos otros) para acercarnos a esta etapa fundacional y mítica de las Humanidades Digitales sirven como pequeña pincelada de los comienzos en la relación de los humanos y las máquinas desde lo humanístico. Máquinas para pensar las Humanidades. Sin las máquinas, las Humanidades Digitales no existen. Sin un pensamiento humanístico extendido, ese que no clausura sus miras cerrándose a una única disciplina, tampoco.

2.- Actualidad de las humanidades digitales

Desde un acercamiento diacrónico y léxico, podríamos decir que Humanist computing es el término-origen de las actuales Humanidades Digitales. Modelado en el congreso de 1965 en la Universidad de Yale titulado, a modo interrogativo, Computers for the Humanities?, se erigió (ya aseverativamente) en disciplina en la primera revista académica sobre el tema, Computers and the Humanities. La revista, fundada por Joseph Raben un año más tarde, también en los Estados Unidos de Norteamérica, apenas suspendió su publicación en 2004. Como sabemos, en los últimos diez años se asistió a una progresiva modificación en el campo de aplicación del término Humanities Computing en búsqueda de una redefinición más allá de una práctica centrada en la informática aplicada a las Humanidades, y en pos de dar cuenta de otro conjunto de actividades que paralelemente venía desarrollándose, permtiendo así a las humanidades reflexionar/reflejarse en lo digital (Digital Humanities).

Este gráfico, tomado del Facebook personal del analista cultural, Lev Manovich, da buena cuenta de cómo Digital Humanities (en azul) fue ganando terreno a Humanist Computing (en rojo) hasta vencerla en los últimos años: Si bien para muchos la Informática Humanística es uno de los modos en los que se materializan las Humanidades Digitales, algunos como David Berry, editor de Understanding Digital Humanities (2012), aboga porque estas no solo se enfoquen en la construcción de objetos o la descripción de prácticas, sino que se concentren en el computational turn (siguiendo la idea de giro lingüístico de Wittgenstein o Rorty) que subyace al medio digital, otros como Matthew Kirschenbaum dejan ese momento fundacional en manos del marketing y un título promisorio para las buenas ventas de un libro. En su gran artículo What is Digital Humanities and what it is doing in te English Departments? Kirschenbaum señala que fue John Unsworth, uno de los editores del seminal libro A Companion to Digital Humanities (2004), quien decidió denominarlas así cuando llegó el momento de ponerle título al volumen … ( La realidad de las Humanidades Digitales en España y América Latina ARTYHUM REVISTA DIGITAL DE ARTES Y HUMANIDADES. -Gimena Del Río Riande Editada por ArtyHum, Vigo. Fundada en mayo de 2014. Monográfico de Noviembre de 2015)https://www.artyhum.com

Presos en Cavernas digitales

Planteos del filósofo coreano en su último libro, "Infocracia"

Byung-Chul Han: "Hoy vivimos presos en una caverna digital"

El autor de La sociedad del cansancio expone en su nuevo trabajo el modo en que el "régimen de la información" ha sustituido al "régimen disciplinario". Han señala que la gran hazaña de la infocracia es haber inducido en sus consumidores/productores una falsa percepción de libertad. Y concluye: "El intento de combatir la infodemia con la verdad está condenado al fracaso. Es resistente a la verdad".

Byung-Chul Han es un portador sano del cuadro social y comunicacional que expone su obra: sus libros son breves, de consumo rápido, transparentes. Cada uno de ellos propone apenas un puñado de conceptos, fácilmente reductibles a una frase-slogan que fluye a través de las redes sociales y sirve de "comodín" para reforzar opiniones de diversa índole. Su gran aporte al pensamiento de las últimas décadas seguramente haya sido su análisis del individuo autoexplotado, nuevo sujeto histórico del capitalismo. Pero más allá de esta idea-fuerza, el principal mérito del filósofo coreano es haber captado la "atmósfera" de esta época para después traducirla a textos en los que un ciudadano común con cierta sensibilidad -política, cultural, gremial- se siente reflejado.

En su último libro, Infocracia, recientemente publicado por el sello Taurus, Han indaga en el modo en que el "régimen de la información" ha sustituido al "régimen disciplinario". De la explotación de cuerpos y energías tan bien analizada en su momento por Michel Foucault se ha pasado a la explotación de los datos. Hoy la señal de detentación de poder no está vinculada con la posesión de los medios de producción sino con el acceso a la información, que se utiliza para la vigilancia psicopolítica y el pronóstico del comportamiento individual.

En su exposición genealógica, Han describe la declinación de aquel modelo de sociedad diseccionado por el autor de Vigilar y castigar, y encuentra puentes con otros autores del siglo XX como Hannah Arendt, de quien rescata ciertos enfoques sobre el totalitarismo. Han dice que hoy estamos sometidos a un totalitarismo de nuevo cuño. El vector no es el relato ideológico sino la operación algorítmica que lo sostiene.

El filósofo rodea los temas que ya había expuesto en otros trabajos (la compulsión hacia el "rendimiento" que describió en La sociedad del cansancio; la aparición de un habitante voluntario del panóptico digital, plasmado en La sociedad de la transparencia; el acomodamiento al imperativo del "like" como analgésico del presente tratado en La sociedad paliativa ) y pone el foco en el cambio estructural de la esfera pública, atravesada por la indignación digital, que debilita lo que alguna vez entendimos como democracia. 

Han sostiene que en esta sociedad marcada por el dataísmo, lo que se produce es una "crisis de la verdad". Escribe: "este nuevo nihilismo no supone que la mentira se haga pasar por verdad o que la verdad sea difamada como mentira. Más bien socava la distinción entre verdad y mentira". Donald Trump, un político que funciona como si fuera él mismo un algoritmo y solo se guía por las reacciones del público expresadas en las redes sociales, no es, en ese sentido, el clásico mentiroso que tergiversa deliberadamente las cosas. "Más bien es indiferente a la verdad de los hechos", señala el filósofo. Esta indiferenciación, sigue Han, supone un riesgo mayor para la verdad que el instaurado por el mentiroso.

El pensador coreano diferencia los tiempos actuales de aquellos no tan lejanos en que dominaba la televisión. Define a la TV como un "reino de apariencias", pero no como "fábrica de fake news". Señala que la telecracia "degradaba las campañas electorales hasta convertirlas en guerras de escenificaciones mediáticas. El discurso era sustituido por un show para el público". En la infocracia, por el contrario, las disputas políticas no degeneran en un espectáculo sino en una "guerra de información".

Porque también las noticias falsas son, ante todo, información. Y se sabe que "la información corre más que la verdad". Por eso, concluye con el pesimismo que le es característico: "El intento de combatir la infodemia con la verdad está, pues, condenado al fracaso. Es resistente a la verdad".

Define la situación actual con una frase-slogan de esas que tanto le gustan al autor de No-cosas: "La verdad se desintegra en polvo informativo arrastrado por el viento digital". 

Pero, ¿cómo es esta víctima arrastrada por el viento digital? ¿Cómo se comporta? "El sujeto del régimen de la información no es dócil ni obediente. Más bien se cree libre, auténtico y creativo. Se produce y se realiza a sí mismo". Este sujeto --que en el actual sistema también se realiza como objeto- es simultáneamente víctima y victimario. En ambos casos el arma utilizada es el smart phone. 

A través de esta herramienta los medios digitales han puesto fin a la era del hombre-masa. "El habitante del mundo digitalizado ya no es ese 'nadie'. Más bien es alguien con un perfil, mientras que en la era de las masas solo los delincuentes tenían un perfil. El régimen de la información se apodera de los individuos mediante la elaboración de perfiles de comportamiento".

La gran hazaña de la infocracia es haber inducido en sus consumidores/productores una falsa percepción de libertad. La paradoja es que "las personas están atrapadas en la información. Ellas mismas se colocan los grilletes al comunicar y producir información. La prisión digital es transparente". Es precisamente esa sensación de libertad la que asegura la dominación. Actualiza, por último, el mito platónico: "Hoy vivimos presos en una caverna digital aunque creamos que estamos en libertad".

Una revolución en los comportamientos que excluye toda posibilidad de revolución política. Dice Han: "En la prisión digital como zona de bienestar inteligente no hay resistencia al régimen imperante. El like excluye toda revolución".

En tiempos de microtargeting electoral se produce, de todos modos, un fenómeno paradojal: la tribalización de la red. Intereses segmentados que se expresan a través de discursos previamente diseñados y que van erosionando lo que Jürgen Habermas había definido teóricamente como "acción comunicativa". "La comunicación digital como comunicación sin comunidad destruye la política basada en escuchar", escribe Han, quien destaca que en el viejo proceso discursivo los argumentos podían "mejorarse", en tanto ahora, guiados por operaciones algorítmicas, apenas se "optimizan" en función del resultado que se busca.

Es la derecha la que más capitaliza este fenómeno de tribalización de la red, asegura el filósofo, porque en esa franja es mayor la demanda de "identidad del mundo vital". En una sociedad desintegrada en "irreconciliables identidades sin alteridad", la representación, que por definición genera una distancia, se ve sustituida por la participación directa. "La democracia digital en tiempo real es una democracia presencial", que pasa por alto su ámbito natural de representación: el espacio público. Así se llega a una "dictadura tribalista de opinión e identidad".

El sujeto autoexplotado de la sociedad del cansancio, el habitante voluntario de la sociedad transparente, el individuo que se entrega a la sociedad paliativa, también se somete, concluye Han, a la fórmula del régimen de la información: "nos comunicamos hasta morir". (Fernando D'Addario, Pagina 12)

Desmitificando mitos

Margarita Labarca Goddard, desde Cuba en “Pressenza”

UNA VECINA

Me acuerdo de mi vecina Caridad, una mujer muy guapa y muy simpática, casada con un obrero del matadero, que me decía: “Margarita, yo esto lo defiendo hasta con las uñas. Porque si no fuera por la revolución, mis hijas serían empleadas domésticas como lo fui yo, o quizás serían prostitutas”. Ella tenía dos hijas muy lindas, una era médico y la otra estudiante de economía.

Pero Caridad no trabajaba porque el marido no la dejaba. En aquella época, por el año 75, el machismo todavía campeaba en Cuba. El hombre llegaba del trabajo, se sentaba y gritaba «Vieja, la comida». Y Caridad tenía que correr a atenderlo. Pero ella sabía que a sus hijas no iba a pasarles lo mismo, y así ha sido.

LA TRADUCTORA

Los cubanos hablan el castellano tan mal –se comen la mitad de las palabras- que uno supone que no pueden hablar bien ningún idioma. Pues no es así.

Yo trabajaba en el Comité Estatal de Trabajo y Seguridad Social, al que llamábamos simplemente «El Ministerio»
 

A veces invitaban a un soviético a que nos diera una conferencia en ruso sobre temas laborales o lo que fuera. Y había una compañera –Marta- que trabajaba ahí mismo en nuestro ministerio, que hacía la traducción simultánea. Traducía tan rápido y tan bien, improvisando -ya saben que la traducción simultánea es muy difícil- que parecía que iba más adelante que el soviético, que lo iba correteando, que el discurso se lo estaba inventando ella.

Pero por supuesto que no era así, porque varios de los oyentes entendían ruso. Cinco idiomas había aprendido esta compañera en Cuba, sin tener que viajar a ninguna parte. Además, Marta dirigía nuestro sindicato.

LA ASESORA SOVIÉTICA

En el ministerio había varios asesores soviéticos que nadie sabía muy bien qué hacían y yo sospecho que nada muy importante.

Pues una de ellos era una muchacha joven –nunca supe su especialidad- preciosa, una rubia despampanante que parecía una actriz de cine. Se llamaba Irina. Pero cuando esta chica caminaba por un ancho pasillo todo el mundo se alejaba. Cuando iba a tomar el ascensor, todos le daban la pasada y lo tomaba ella sola. Irina tenía la virtud de producir el vacío a su alrededor. ¿Y a qué se debía este extraño fenómeno? Había una razón muy clara, pero nadie se la decía.

¿Dejamos el misterio hasta aquí?

Pues no, eso no está permitido.

Es que Irina no usaba desodorante. Tenía un olor a traspiración tan fuerte, que impregnaba muchos metros a la redonda. Todos le huíamos. Pobrecilla, se habrá preguntado a qué se debía este rechazo y nunca nadie se atrevió a decirle nada.

NANCY, NUESTRA SECRETARIA

Nancy, una rubia de ojos verdes pero bastante pasada de peso, escribía en una máquina mecánica. Todavía no existían máquinas eléctricas o en Cuba no las había. Y Nancy escribía con papeles de calco –tampoco había fotocopias- de modo que si uno viajaba, lo único que ella encargaba eran esos papelitos blancos embadurnados de tiza. Quizás los jóvenes no sepan de qué estoy hablando, pero los mayores me entenderán. Y otra cosa: se escribía con lápiz de grafito por los dos lados de la hoja. Todos los útiles de escritorio eran muy escasos, allí aprendí a ahorrar.

Además, el marido de Nancy que era militante del Partido, no la dejaba ir a reuniones del sindicato, porque era celoso. Pues en la Cuba de los años 70 subsistían costumbres muy antiguas, a veces uno se sentía en la España del siglo XIX. Curioso ¿verdad? Pero así era en muchos aspectos. Será porque ellos tenían a España muy cerca, se habían independizado prácticamente cien años después que el resto de Latinoamérica.

Nancy era también la jefa de la Milicia del Ministerio. Un día llegó un oficio que decía que todo trabajador que se quedara en la oficina fuera de las horas de trabajo, tenía que advertírselo a la Milicia por escrito. ¿Cuál era la razón? No tengo idea.

Era día sábado. Yo estaba sentada momentáneamente cerca de Nancy, a la entrada del Ministerio porque había cumplido mi turno de esa noche. Entonces aparece Francisco (Panchito), uno de los tres Viceministros que había en el Ministerio, acompañado de unos franceses.

Intenta subir a su oficina y Nancy busca en los papeles que tenía encima del escritorio y le dice

-No tengo ningún oficio tuyo.

Bueno, Nancy, pero me conoces ¿no?

-Sí, pero no hay oficio. Además vas con personas extrañas.

¿Acaso soy un saboteador, voy a poner una bomba? Las personas extrañas son el Ministro del Trabajo de Francia y sus acompañantes.

La discusión siguió mucho rato, pero Nancy fue inflexible y Panchito se tuvo que ir furioso y avergonzado, con sus invitados franceses.

Yo, para mis adentros, pensaba: Esto es absurdo, mañana se va a armar tremendo escándalo. Pobre Nancy.

Al otro día, la Dirección Máxima de la Milicia felicitó a Nancy por su conducta revolucionaria ejemplar.

En los orígenes, el mito

Alejandro Grimson es doctor en Antropología y, desde hace años, se ocupa de bucear en las profundidades de las culturas políticas y en la construcción de las identidades nacionales, en especial la de diversos países de América Latina como Argentina y Brasil. Emilio Tenti Fanfani, por su parte, es un reconocido investigador que desde hace décadas indaga en la sociología de la educación. Esta corriente de pensamiento procura analizar los fenómenos educativos en su dimensión social y desde una mirada interdisciplinaria que se nutre de los aportes de la Psicología, la Economía y la Pedagogía, entre otras.

Un trabajo efectuado por ambos es Mitomanías de la educación argentina. Crítica de las frases hechas, las medias verdades y las soluciones mágicas. Aprovechando el resonante éxito de Mitomanías argentinas. Cómo hablamos de nosotros mismos, escrito tiempo antes por el mismo Grimson, este trabajo en coautoría se propone –y logra con creces– discutir con aquellas visiones que idealizan la escuela sarmientina creada a fines del siglo XIX, a la par del proceso formador del Estado.

Los investigadores discuten con esa mirada, cargada de nostalgia, sobre ciertos mitos fundantes de la educación argentina que tienen alta aceptación en la sociedad. Nostalgia impregnada de conservadurismo y que añora una supuesta época de oro en la cual los sectores populares no tenían cabida en niveles educativos como el secundario. Esos mitos tienen que ver con supuestos rasgos de la educación reconocidos por la mayor parte de los argentinos, que se creen habilitados para hablar con autoridad del tema por el solo hecho de haber transitado la escuela en algún momento de sus vidas. De este modo, circulan de manera prolífica y de boca en boca frases que construyen estereotipos que se manifiestan como verdades reveladas e incuestionables sobre todos los componentes de la comunidad educativa: los docentes, los alumnos, los padres, los sindicatos docentes y las autoridades encargadas de implementar políticas educativas.

Como demuestran Grimson y Tenti Fanfani, se trata de lugares comunes que implican análisis simplistas y no dejan lugar para posturas intermedias. Los escuchamos repetidamente en medios de comunicación, en los salones de clase, en las salas de profesores, en el colectivo, en las colas del banco y del supermercado, en las reuniones de padres, en la sobremesa del domingo o en la charla de café. Su popularidad estriba en que son mitos amplios y parecen darle a la escuela el ambivalente lugar de fuente de todos nuestros pesares y de institución sagrada que explica nuestras virtudes.


Los mitos indagados son numerosos, pero tienen una raíz común: la mayoría busca culpables de nuestra supuesta decadencia presente en el plano educativo. Con sagacidad y sólidos argumentos, Grimson y Tenti Fanfani dejan en claro que estas representaciones forman parte de una percepción autoconstruida y de gran actualidad. De ese modo, son diversos los mitos que los autores recorren y desestiman, y cada uno de ellos estructura un capítulo. El primero se encuentra de manera transversal en los diez mitos que componen el libro: el de la mencionada decadencia educativa. Los siguientes capítulos están destinados a desentrañar los imaginarios sociales sobre los alumnos y los docentes, en una constante apelación a un pasado superador de las vicisitudes del presente, que nuevamente los autores se ocupan de desestimar. Lo que la escuela debe enseñar es otro tema opinable para vastos sectores sociales, mientras que la idea acerca de cómo debe ser la autoridad escolar también merece un apartado. La disyuntiva entre la educación pública o privada es otro potente clima de época que encuentra su espacio al interior del libro, asociado a la discusión sobre la igualdad que supuestamente existió desde siempre en el sistema educativo argentino. Para concluir, la búsqueda de soluciones mágicas e inverosímiles y las cuestiones vinculadas al financiamiento del sistema y a la Universidad también forman parte del trabajo.

En síntesis, el libro es un interesante aporte que, con un lenguaje ameno y directo, pero sin perder su rigurosidad académica, logra llegar a la mayor cantidad de lectores posible, a fin de desmontar numerosos prejuicios. Sería deseable que el camino abierto por los autores sea continuado por otros investigadores. Sin dudas, se trata de una valiosa contribución que invita a pensar la complejidad de la educación y el futuro de los ciudadanos argentinos, entendiendo que ambas cuestiones están estrechamente entrelazadas.

* Reseñado por Iván Orbuch. Profesor de Historia de la Educación y de Historia de la Educación Física en el Profesorado Universitario en Educación Física de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR). Profesor de Historia General de la Educación en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Magister en Ciencias Sociales (FLACSO). Doctorando en Educación (UBA). Autor del libro Peronismo y Educación Física. Políticas públicas entre 1946 y 1955 y de numerosos artículos en revistas internacionales de educación, sociedad y cultura.

El metaverso sea quizá el mayor mito que estemos creando desde que la humanidad inicio la humanización del planeta hace mas de 300 mil años. Solo dentro de 100 lo sabrán quienes nos sucedan.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack